
La maldad
Dejar crecer la maldad
es peor que ejecutarla;
No son tan malos los malos
como malos son
los que, pretendiendo ser buenos,
no hacen nada por evitarla.
©Pacodecáceres
La maldad
Dejar crecer la maldad
es peor que ejecutarla;
No son tan malos los malos
como malos son
los que, pretendiendo ser buenos,
no hacen nada por evitarla.
©Pacodecáceres

Lágrimas en el camino
A Jesús de Blas
Las ilusiones se escaparon
por tus pulmones desvalidos,
quedó tu futuro escaso,
llenos tus sueños de vacío.
Años de esperanza se cambiaron
por lágrimas en el camino.
©Pacodecáceres

Ya vengo
¡Angelines, ya vengo!
Me decías que, cuando era niño,
al entrar en casa, yo gritaba:
¡Angelines, ya vengo!
Años ya, sin tu presencia
y, de cuando en cuando,
me remueven los recuerdos.
Aquí sigo, jugando en la calle de mi vida,
corriendo, sin parar, de un sitio a otro,
esperando el día, no lejano,
en que volverán mis brazos a tus brazos,
y te escucharé de nuevo susurrar,
y sentiré, en mi mejilla, tus besos,
y oirás de mi boca decir:
¡Angelines, ya vengo!
Esta vez, para quedarme.
©Pacodecáceres

Ausencia
Celestiales lágrimas
sobre mi espalda mojada;
a cada paso,
el latido del agua salpicada.
Una noche más, sin destino,
merodeando entre personas
de miradas perdidas.
Una noche más, sin motivo,
caminando a solas
por una vida inexistente.
Qué más da, morir
en esta noche encharcada
que seguir muriendo esta vida
rodeado de tu ausencia.
©Pacodecáceres
Esquirlas de dolor
Tras la muerte embravecida,
esquirlas de dolor se agolpan
en un sótano,
sin salida.
La callada oscuridad de la noche
no calma el sufrimiento,
y aparece el alba
con ojos destemplados.
No hay palabras de consuelo
que ayuden;
no hay besos
que detengan el tormento;
no hay abrazos
que devuelvan el sosiego,
no hay miradas
que mitiguen el suplicio.
Sólo queda dolor enfurecido,
impotencia
ante lo injusto
del suceso.
Angustia y llanto.
Desolación y pena.
Al final, tan sólo
lágrimas cargadas de silencio.
©Pacodecáceres
Aborto
Del placer de un minuto
florece
un indeseado fruto.
No es para mí.
No lo quiero.
Es mi derecho.
Yo decido.
Cabeza amputada,
brazos partidos,
lágrimas de sangre brotando
de un corazón diminuto.
Otro inocente eliminado.
Sin derecho a ser nacido,
condenado a muerte
y ejecutado.
©Pacodecáceres
Tormento
No me atormentan
los kilómetros recorridos,
pero sí los familiares,
amigos y conocidos
que se perdieron en el trayecto.
©Pacodecáceres
Quita miedos, pero siega vidas
Pájaro libre.
Alas sobre ruedas.
El viento, la lluvia, el sol,
el amor y la carretera.
Sobre dos ruedas: libertad,
tu compañera de viaje
(la mujer de tu vida)
y la carretera.
No bastó la moderación,
ni la cordura por sombrero,
ni el aplomo en tu mirada,
ni la sensatez en la carretera.
Al acecho, el quitamiedos
que, como un cazador furtivo,
en el momento del disparo,
te alcanzó en la carretera.
Se hizo corto tu viaje
y con los ojos abiertos,
por recuerdo,
nos dejaste tu sonrisa,
en la carretera.
¡En aquella maldita carretera!
©Pacodecáceres
Deceso tranquilo
No morir nunca es la esencia,
pero ese día,
tarde o temprano, llegará
y, a mi alrededor,
desaparecerán los sonidos,
se borrarán de mi mente
los recuerdos,
se evaporarán
las penas en el viento,
no brotará de mi pecho
la alegría,
la sombra
será el lugar en el que habite,
no me dolerá
el tiempo ni el espacio,
la sangre
dejará de circular por mis venas,
sentiré mi materia
desvanecerse
y mi espíritu
convertirse en energía.
Será un apacible desaparecer de mí mismo.
©Pacodecáceres